Sunday, August 11, 2013

Lecciones de la defensa de Derechos Humanos


"...y mucho ánimo para seguir trabajando en esa cosa tan complicada de los derechos humanos".
Así concluía una conversación con un colega, a quien hace mucho no leia (pq fue por facebook la plática). 
Me quedé pensando: en verdad es así de terrible? Así nos ven a quienes trabajamos en derechos humanos desde afuera?
Tuve que remontarme a mis épocas de estudiante de ciencia política, ya hace unos varios años (empiezan a pesarme cuando los cuento..), y recordar que si hay una imagen bastante negativa de esta labor.
Quienes hemos crecido en países en conflicto armado (como Colombia) o que han tenido un pasado conflictivo, terminamos heredando el lastre del estigma asociado a los movimientos de izquierda. Y si, defender derechos humanos se asocia, casi inextricablemente, con ser de izquierda. 
Mi papá, hombre recio él, siempre me hablaba de esos "peli lamidos" con sus códigos penales bajo el brazo. Esa imagen me la recalcaba todo el tiempo para que yo no fuera a tomar ese mal camino, o que si me quería meter en temas sociales "no me fuera a parecer a mis defendidos". 
Ya han pasado varios años desde esa época, de hecho, como se han dado cuenta, me cuesta recordarlo vivamente en mi cotidianidad. 
Fueron los ires y venires de mi carrera universitaria y de mis años laborales, los que me terminaron trayendo a Guatemala. Por una propuesta laboral que en principio me asustó mucho, pero que gracias al apoyo de una colega que estimo mucho, decidí aceptar.
Llegué un domingo, de julio, tarde radiante, con un calor abrumador (para este cachaco que sólo aguanta 20° con sufrimiento). Una ciudad nueva, caótica a golpe de vista, con distancias cortas, y mucho más desarrollo del que traia en mente (como buen colombiano/bogotano).
El trabajo se fue desenvolviendo progresivamente. No entendía mucho al comienzo, ni del trabajo, ni del marco legal, ni de mi función en el trabajo y en el país: El llamado shock cultural. Costó un poco superarlo, pues Guatemala no es un país sencillo de entender, menos en pocos días, menos para alguien que vive tan rápido como yo. 
Tomó semanas, meses, ahora creo que años, y aún pienso que no me ha alcanzado el tiempo, entenderlo. Pero se fue abriendo como una flor, con miles de petalos, con muchos colores, con un aroma que marca toda tu experiencia de vida. 
Fue acá donde empecé a ver personas indígenas, con sus trajes y costumbres, compartiendo con otros profesionales. Donde empecé a entender que la discapacidad está en los que dicen "pobrecito", no en quien sale adelante con su silla de ruedas o con su ceguera. Que las mujeres no se "victimizan", en realidad han sido víctimas de estructuras diseñadas por hombres. Que los campesinos no son "roba tierras", sino que sus tierras les han sido arrebatadas y buscan recuperarlas. Entendí poco a poco, y dolorosamente, que este pinche sistema capitalista ha creado unos pocos ricos y miles, millones, de desposeídos.
Guatemala se graba como una canción, como un lema, como un arco iris, como una sonata de marimba, como una fiesta de música electrónica con poco bale y mucho alcohol, como una kak-ik, como una pintura muy rica en detalles, como un huipil hermoso. Se te graba como un paisaje gris, en el que se insinúa el sol pero se cierra con muchas nubes... 
Fue acá donde explotó mi conciencia como defensor de derechos humanos, donde me conecté con todos y todas, donde canalicé mis ganas de pelear contra el establecimiento. Acá entendí que no moverse, que no criticar, es quedarse del lado equivocado de la historia, es apoyar al opresor.
La Declaración Universal es unt exto muy lindo, que inicia con una promesa: todos somos libres e iguales en dignidad y derechos. Que nos recuerda que no podemos aceptar, promover ni legitimar ninguna forma de discriminación. 
Y esa promesa, fue la que decidí defender para las personas LGBTI, aunque no sea fácil y requiera de muchos huev*s salir frente a toda clase de públicos para hacerlo.
Son muchas más lecciones, pero poco a poco irán tomando forma en palabras y espero poderlas compartir.

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